»
“Hola
padre. Mira, te traigo un té”, dijo el muchacho con una sonrisa cariñosa
mientras extendía una tacita negra con un kanji
rojo que lucía el ideograma ‘nin’ –
de ninja, ninpo, ninjutsu, y de Sennin.
»
“¡Ah!
Muchas gracias hijo”, respondió el padre con un tono afectuoso, gratamente
sorprendido. “Espérame un momento mientras hago espacio de entre tanto papel...
vale… ¡aquí mismo!”
»
“¿Cómo
te sientes?”, preguntó el hijo.
»
“Bien...”,
respondió el padre. “¿Por?”, agregó a los pocos segundos, algo curiosamente inquieto
por la pregunta. “¿Tan mal me veo? ¡Jajajaja!”, completó con una leve
carcajada.
»
“Pues
no... sí... algo. Cansado más bien”, dijo el muchacho sinceramente, para luego
añadir, pocos momentos después: “Padre, ¿en qué trabajas?”
»
“¿En
qué trabajo?... ¿En qué trabajo?... Estoy investigando lo que se llama ‘inteligencia
colectiva’ o también ‘inteligencia simbiótica’, y viendo cómo se puede simular
ese fenómeno con los mecanismos propios de redes neuronales artificiales de
VIPERS. O sea, inteligencia artificial.”
»
“Inteligencia
artificial sé lo que es, ¿pero Inteligencia colectiva?”, preguntó el muchacho
intensamente fascinado. “¿Qué quiere decir eso? ¿Es como la inteligencia de una
colonia de hormigas o de un enjambre de abejas?”, concluyó de inmediato, medio
respondiendo a su propia pregunta.
»
“Eso…”,
respondió el padre, contento por el entusiasmo de su hijo; dándose cuenta de
que el propósito de la visita consistía en más que la mera entrega de una taza
de té, se dispuso cuidadosamente a guardar el archivo electrónico en el que
estaba trabajando. “La inteligencia colectiva consiste en la capacidad de un
grupo de resolver problemas de forma innovadora mediante la colaboración, a
veces la competición, y el esfuerzo colectivo de los miembros de un grupo. Y sí,
las hormigas, las abejas, los lobos, y hasta los seres humanos – a veces –
somos capaces de mostrar tal fenómeno.”
»
“¿Pero
padre, no que estabas trabajando en un nuevo libro? ¿Cómo empezó esto? ¿Cómo se
te ocurren tantas cosas?”, preguntó el jovencito, fascinado por la proclividad
de su padre hacia la creatividad espontánea.
»
“Sí
hijo mío, pero me desperté esta mañana y de pronto la ‘Inteligencia Colectiva’
y los ‘Sistemas Complejos’ me hablaron y me dijeron: “¡Intégrenos! ¡Intégrenos!” – así me hablaron, ¿sabes?, bien formal,
de ‘usted’. ¡Como debe ser!”
»
“¡Jajajajaja!
¿Y luego?”, pregunto el hijo después de su explosiva carcajada.
»
“Luego
‘Juegos Electrónicos’ me dijo: "¡Añádeme a mí y te haces rico!"
»
“¿Te
tuteó? ¡Qué atrevido! ¡Jajajaja!”
»
“¡Impertinente
descarado! ¡Te digo! ¡Es porque es cosa de jóvenes y los jóvenes siempre andan
por ahí con sus nefastas rebeldías! No tienen respeto”, respondió el padre,
compartiendo el buen humor de su hijo.
»
“¿Y
qué se precisa para ello?”, preguntó el joven.
»
“¿Cómo
que qué se precisa para ello? ¿Qué quieres decir con eso?”
»
“Quiero
decir que si, por ejemplo, para la inteligencia colectiva, que si es necesario
que se tenga un grupo de cierto número de tamaño, o si se precisa que los
componentes del grupo sean inteligentes, no sé, algo así yo creo”, curioseó el
muchacho.
»
“Hmmm…
buenas preguntas”, ‘¡muy buenas preguntas!’, pensó el padre gestionando
involuntariamente con los labios y las cejas, comunicando silenciosamente su
aprobación a su hijo que por su parte se encendía con la magnitud del silencioso
pero implícito elogio paterno. “Se precisan, como mínimo, comunicación entre
los miembros componentes… comunicación es esencial para, por ejemplo, poder
compartir información que tengan sobre el problema en cuestión, y se precisan
protocolos flexibles para tomar decisiones.”
»
“¿Protocolos
flexibles para actuar y para tomar decisiones? ¿Qué significa eso, Padre?”
»
“Mira,
se pueden tomar decisiones, por ejemplo…”
»
“Disculpa
padre, pero luego me lo explicas, la verdad me interesa mucho pero necesito
ayuda en un proyecto que quiero hacer para la escuela y me he liado un poco con
lo complicado del tema y ahora no sé cómo salir de él y acabar a tiempo. ¿Me
ayudas?”
»
“¡Claro
que sí hijo! ¡Jajajaja’!”, respondió el padre pensando, ‘¡Igualito de cortante que
su madre!’, y agregando ya en voz alta: “¿Qué necesitas?”, hasta cierto punto
agradecido por la oportunidad de refrescarse la mente por un tiempo con otro
tema distante, añadiendo con sumo entusiasmo: “Mi abuela paterna, la madre de mi
padre, con frecuencia decía que ‘un cambio es tan bueno como un descanso’, así
que deja que descanse de mi proyecto mientras que discutimos el tuyo. Dime. ¿A
ver? ¿Qué hay?”
»
“Es
que necesito ayuda con un proyecto del colegio y me dijo mamá que te pidiera
ayuda a ti, pero no si seguías con dolor de cabeza. Pero supongo que estás
trabajando no te sientes demasiado mal para ayudarme, ¿pero quizás estés
demasiado ocupado…?” preguntó el hijo con cara de angustiado.
»
“¿Cuándo
he estado demasiado ocupado para responder algunas preguntas tuyas? ¿Eh?”. Y
agarrando al hijo de la cintura con sus grandes manos y, tras levantarle en vilo
y sentarlo sobre su regazo, se dispuso a hacerle cosquillas en el vientre y en
los costados, insistiendo, “¿Cuándo? ¿Eh? ¿Cuándo?”, mientras que su retoño se
convertía en sus manos en una masa de anguilas neuróticas.
»
“¡Jajajajaja!
¡Nunca! ¡Nunca! ¡Jajajajaja! ¡Esto es abuso! ¡Abuso infantil! ¡Socorro! ¡Qué me
torturan! ¡Me rindo!”
»
“¿Cuándo?”,
repetía el padre riéndose casi más que su mismo hijo.
»
“¡Nunca!
Jajajaja! ¡Dije que nunca! ¡Me rindo! ¡Nunca!”, coreaba el muchacho,
retorciéndose y escurriéndose como pez atrapado por anzuelo.
»
“¿Nunca
te rindes?”
»
“¡No!
¡Jajajaja! ¡Digo sí! ¡Sí me rindo! ¡Sí! ¡Jajajaja! ¡Me rindo!”
»
“¿Rendición
incondicional? ¡Jajajaja!”
»
“¡Sí!
¡Incondicional! ¡Jajajajaja! ¡Cuartel! ¡Cuartel para mí y mi compañero!
¡Jajajaja!”, gritó el hijo de una escena de ‘Alatriste’, la película favorita de
su padre. “¡Papi! ¡Para! ¡Jajajaja! ¡Que me orino! ¡Jajajaja! ¡En serio! ¡Jajajaja!”
»
“¡Aja!
¡Amenazas con la guerra química! OK. Está bien. Negociamos y hacemos
intercambio de prisioneros después. ¡Jajajaja! Bien, anda, vete al baño, trae
tu portátil para tomar apuntes, y luego siéntate ahí, y me dices de qué trata ese
proyecto. Pero procura lavarte bien las manos, ¿eh? No queremos cochinos en
esta casa...”
»
“¡Sí
padre! ¡Ma! ¿A que no sabes? ¡Papá me torturó! ¡Otra vez!”, exclamó el muchacho
conforme desvanecía su voz hacia el interior de la casa.
»
“¡Ay
hijo mío! ¡Con tu padre, pues ya sabes! ¿Y te dolió mucho?”, sonó una voz
distante, desde la misma dirección.
»
“¡No!
¡Qué va! ¡Fue divertido!”
A los pocos minutos… padre e hijo ya
sentados cómodamente en el consultorio del primero…
»
“Es
que me mandaron a hacer un proyecto sobre la importancia de los mitos.”
»
“Sobre
la importancia de los mitos. ¿Y?”
»
“Ma
dice que tú sabes mucho de eso.”
»
“¿Con
que tu madre anda por ahí llamándome mitómano, eh?”, dijo el padre con una
sonrisa pícara.
»
“¡No
padre! ¡Jajajaja! ¡Claro que no! Es que me dijo que tú eres profesor religiones
del mundo y rollos de esos y me dijo que los mitos son una buena parte de la
religión… ¡Espera! ¿Me quieres decir que la palabra ‘mitómano’ tiene que ver
con mito? Mito…mano. ¿Sí, verdad?”, preguntó el muchacho, respondiendo de
inmediato a su propia pregunta: “¡Claro! ‘Mito’ de ‘mito’, y ‘mano’, ¿cómo de
manía no? Como en ‘cleptomanía’ es alguien que roba compulsivamente. ¿Verdad?”
»
“Así
es.”
»
“¡Ja!
¡Qué listo soy! ¡Soy lo máximo! ¡SÍ! ¡Ju ju ju ju ju!”, exclamó el muchacho
haciendo una pequeña danza ritual como había visto a los futbolistas americanos
después de hacer un ‘touch down’.
»
“Anda,
anda, anda ya cálmate, y siéntate que pareces un chimpancé esquizofrénico con
hemorroides. Vale… entonces, sabes lo que es un mitómano, ¿verdad?”, comenzó a
guiar el padre a su hijo en su estilo ya característico de guiar a sus hijos,
alumnos o aprendices a encontrar las respuestas por su cuenta en vez de
dárselas él mismo.
»
“Pues
sí, como Pinocho, alguien que miente compulsivamente, que lo hace como por hábito
y no puede evitarlo”, dijo el hijo, ya acomodándose de nuevo en la silla.
»
“¿Bien,
entonces qué te dice eso de la palabra ‘mito’?”
»
“¿Que
son mentiras?”, preguntó tentativamente el muchacho, ya enseriándose.
»
“Pues
quizás no sean necesariamente mentiras, pero no son cosas que ocurrieron en la
realidad. Hay una diferencia”, dijo el padre, al que incluso su hijo mismo
conocía como Shodai, incluso a veces en privado como estaban ahora.
»
“¿Algo
puede no ser real pero ser verdad?”, preguntó el hijo, al que todos conocían
como Jacob Alaric.
»
“¡Ah!
¡Y esa es la grandeza de los mitos, Jacob! ¡Los mitos son como el arte! De
hecho son de las primeras manifestaciones del arte, los precursores a la
literatura. ¿Y el arte es…?”
»
“‘El arte es la mentira que nos dice la
verdad que se oculta detrás de la realidad’”, recitó el muchacho, muy
orgulloso de poder citar la autoridad de su propio padre.
»
“¡Ah!
¿Ves? ¿Y por ‘mentira’ a qué me refiero ahí?”, preguntó el padre, muy orgulloso
de ser citado por su propio hijo.
»
“Pues
por mentira quieres decir algo que no es verdad, ¿no?”
»
“Así
es, pero a la vez un buen cuento que describe algo que se sabe que no es cierto
puede esconder hasta verdades, incluso grandes verdades, pero no necesariamente
siempre, e inclusive grandes verdades universales
que apliquen a toda la humanidad por igual y a través del tiempo”, agregó el
padre, completando y concretando así el aprendizaje de su hijo.
»
“Pero
no cualquier cuento puede ser un mito, ¿verdad?”
»
“Es
cierto, un mito es siempre un cuento de algún tipo, pero no todo cuento es un
mito.”
»
“¿Así
como, ‘todo hombre tiene cerebro, pero no todo lo que tiene cerebro es un
hombre’?”, preguntó el hijo sonriente.
»
“¡Jajajaja!
Precisamente así. Que sea una narración es una conditio sine qua non, o
sea, una condición necesaria – sine qua
non significa ‘sin esto no hay’ – pero no significa que sea una condición
suficiente. ¿Eso qué te dice?”
»
“Me
dice que para ser un mito tiene que ser un cuento de algún tipo, o sea, que
tiene que narrar o contar algo, pero tiene que tener algo más que solamente
eso, ¿verdad?”, preguntó Jacob, entiendo bien la importancia de la aclaración
que pedía de su padre.
»
“Exacto.
Pero dame una idea de lo que te pide la maestra.”
»
“No
me importa mucho lo que me pida la maestra”, respondió Jacob a su padre, de
pronto bajando la mira, algo desilusionado.
»
“¿No?
¿Y eso?”, preguntó el padre, entendiendo por el comentario de su hijo que su
nueva maestra ya había caído de su gracia.
»
“Pues
es que leí en tu libro, ‘La Bitácora del
Capitán Julio A. Wolf’, de que cuando tú hacías proyectos muy chulos en
Inglaterra y lo mucho que aprendiste haciéndolos y yo quise convencer a la
maestra que nos impusiera algo igual para no hacer algo tan chafa como siempre
hacen mis compañeros, pero me dijo la maestra que no estaba siendo realista,
pero que podría hacer mejor si quisiera. Así que eso mismo es lo que voy a
hacer: algo mejor, ¡algo mucho mejor!”
»
“¿Y
qué es lo que hacen tus compañeros?”, preguntó el padre, sabiendo de antemano
muy bien la respuesta.
»
“¡Pura
copia y pega de Wikipedia y listo!”, respondió Jacob, frustrado con la apatía
de sus compañeros; su padre mientras apenas lograba ocultar la gracia que le
causaba la obvia indignación de su hijo.
»
“Bueno.
Vamos a pensar esto tranquilamente. Para empezar, entiende que no es culpa de
tus compañeros que sean como son. La gente tiende a hacer de acuerdo a las
expectativas que se les imponen, y los niños y jóvenes sobre todo. Si la
maestra del salón acepta trabajos de ‘copia y pega’ no puedes esperar que lo
niños se esmeren por encima de lo que se espera de ellos.”
»
“Padre,
no estoy totalmente de acuerdo”, respondió el muchacho con respeto pero firmeza.
»
“¿Ah
no?”, expresó Shodai, ahora sí algo sorprendido por la vehemencia de su hijo.
»
“Pues
no. En tus libros nos escribes como cuando tenías mi edad hacías proyectos de
investigación bien padres sin que nadie te lo mandara. Por ejemplo, para ese
trabajo sobre las Guerras del Opio entre Inglaterra y la China. Nadie te lo mandó,
así que fueron tus propias expectativas, no las ajenas.”
»
“Hmmm…
Tienes un buen punto, Jacob.”
»
“¿Verdad
que si?”, respondió el muchacho con una sonrisa triunfal.
»
“Sí…
Pero siéntate antes de que saques tu mono borracho interior. Tienes un buen
punto hasta el punto de que ‘casi’ tienes la razón”, indicó su padre, igual de
sonriente e indicándole con la mano que se quedara sentado.
»
“¿Casi?
¿Solamente ‘casi’?”, exclamó el muchacho.
»
“Sí,
solamente ‘casi’, así que te quedas corto de tener la razón”, respondió el
padre con su sonrisa de gato que se comió el canario.
»
“¡Plop!
No entiendo.”
»
“Simple.
Las expectativas mías no nacieron en mí, sino que fueron inculcadas en mí por mi
ambiente, por mis padres sobre todo”, explicó su padre cariñosamente,
agregando: “Nunca olvides eso a la hora de calificar a la gente por sus
conductas: serán suyas pero no comienzan en ellos. Hay que tener algo más de
empatía hijo mío, no todos tienen el privilegio de tener sus propios profesores
interdisciplinarios a su entera disposición”, recalcó Shodai con un guiño.
»
“Ah.
Ya entendí. Claro…”, respondió el pequeño algo decepcionado. “¡Pero…! ¡Pero…!”,
insistió de pronto, de repente inspirado por una nueva idea.
»
“Jajajaja
OK. Siempre hay un ‘pero’ contigo… A ver. Dime”, dijo el padre disfrutando
tremendamente esta interacción con su hijo.
»
“¿Pero
qué pasa si alguien lee tu libro por ejemplo, y forma sus expectativas de sí
mismo sin que nadie más se las imponga? ¿No contaría eso?”
»
“¿No
contaría eso como qué? ¿Cómo apoyo a tu argumento?”, preguntó el padre.
»
“Sí,
eso. Como apoyo a mi argumento”, respondió el hijo de inmediato.
»
“¿Acaso
no vamos a darle crédito al autor por inspirar en el lector? ¿Acaso el
propósito de la buena literatura no es el de inspirar ‘algo’ – expectativas,
perspectiva, introspección, etc. – en el lector?”
»
“Supongo…”,
respondió el muchacho tentativamente, todavía no del todo dispuesto a ceder el
argumento a su padre.
»
“¿Supones?”,
preguntó el padre de burla.
»
“Sí,
supongo”, dijo el hijo, medio sonriente.
»
“¿Solamente
lo ‘supones’? ¿Pero no lo sabes?”, insistió el padre con seriedad cómicamente
fingida.
»
“Pues
no, no lo sé. Todavía no lo sé, así que por ahora solamente lo supongo”,
siguiéndole la corriente a su padre pero apenas conteniéndose la risa.
»
“Acaso
no acabamos de decir que el ‘arte es…”
»
“… es la mentira que nos dice la verdad que se
oculta detrás de la realidad’”, completó Jacob.
»
“¿Y
acaso esa ‘verdad’ que el arte revela no puede servir de inspiración,
motivación, o incluso de expectativas para personales el lector, de cómo debe
vivir su vida, de cómo debe ser?”
»
“¿O
sea que hay que darle crédito al autor por lo que aporta al lector?”, concluyó
el muchacho.
»
“¡Ves!
A un buen estudiante no hay que mostrarle cuatro esquinas para que sepa que se
trata de una mesa”, expresó el padre, reclinándose en la silla de su
escritorio, satisfecho con su obra.
»
“¡Es
cierto! No lo había pensado así. Gracias padre. Has ampliado mi perspectiva. De
todos modos tuve una discusión con mis compañeros de clase al respecto de todo
esto.”
»
“Bueno,
espera, primero tengo que terminar de llegar a donde quería llevar esta charla,
y luego me cuentas lo de tu discusión, ¿vale?” – ambos sabían que el ‘¿vale?’ estaba
de más puesto que en realidad no era opcional pero era parte del protocolo de
convenio cívico de Shodai – “Ahora puedes empezar a apreciar el valor de
los mitos, de las verdades que nos transmiten, que a veces nos llegan en la
forma de motivaciones o inspiraciones, a través de las generaciones.”
»
“Guau.
Eso estuvo genial.”
»
“Gracias.
Lo sé.”
»
“Me
gustó sobre todo como por una parte me creaste la analogía sin que yo lo
supiera, sin que me diera cuenta y luego me la presentaste de pronto. ¡Suave
Papis! ¡Suave!”, dijo el chaval, mostrando dos dedos pulgares alzados.
»
“Gracias
de nuevo. Ahora la discusión con tus compañeros.”
»
“¡Bueno,
no! Todavía no, ¿OK?”
»
“¿Excuse me?”, respondió Shodai en inglés,
el otro idioma oficial del hogar.
»
“Quiero
saber un mito que te haya inspirado a ti cuando eras chico, así de chico como yo,
por ejemplo”, insistió en saber Jacob.
»
“OK.
OK. Bien… cuando yo tenía tú edad, cuando yo tenía tú edad… mitos… mitos…
figura mítica… ¡Teseo y el laberinto del minotauro!”, estalló Shodai de pronto.
»
“¿Teseo?
¿Teseo? No he oído hablar nunca de Teseo, al menos, no lo recuerdo. ¿Es, fue,
importante?”
»
“Jajajaja
Pues después de Heracles, el más importante.”
»
“¿Más
que Aquiles?”, preguntó Jacob, verdaderamente sorprendido.
»
“Bastante
más que Aquiles, diría yo, pero estoy seguro que eso estaría sujeto a
interpretación. Al menos en cuanto a lo que Atenas se refiere, Teseo era el
gran héroe. Por un lado tenía todas las cualidades de un héroe tradicional,
como la fuerza y la audacia, pero también era inteligente y sabio.”
»
“¿Así
que era un héroe-sabio o un sabio-héroe?”, inquirió Jacob.
»
“Podríamos
decir eso, aunque quizás sería más apropiado llamarlo un sabio-guerrero.”
»
“¿Cuál
es la diferencia entre héroe y guerrero? ¿Acaso para ser guerrero no tienes que
ser un héroe de algún tipo, al menos que seas un chafa-guerrero, no?”
»
“¡Jajajaja!
¿‘Chafa-guerrero’? Creo que has creado un nuevo arquetipo, el arquetipo del
‘chafa-guerrero’. Me recuerda al adagio Sioux, ese de ‘guerrero sin cicatrices
nunca vio batalla’”, respondió Shodai, sumamente divertido con las ocurrencias
de su hijo.
»
“Jajaja
¿Te gusta esa frase verdad?”, comentó el chico, con afán de broma respetuosa.
»
“¿Y
exactamente qué te hace pensar eso?”, respondió el padre, siguiéndole el hilo a
su hijo.
»
“Pues…
nada en particular… salvo que la usas siempre que puedes. Jajajajaja”, estalló
Jacob, riéndose de su propia picardía.
»
“Ja-ja-ja-ja”,
respondió Shodai, con fastidio fingido.
“Muy gracioso, pero no es cierto, jovencito. La uso siempre que es apropiado, no
siempre que ‘pueda’, lo cual es muy distinto.”
»
“Vale,
de acuerdo, lo retiro – pero solamente si me dices lo que significa un
arquetipo.”
»
“¿Excuse me?”, exclamó Shodai en inglés,
con acento de refugiado político cubano.
»
“Nada. Nada. Es broma. No es cierto, lo
retiro, lo retiro. Lo que en realidad quería decir es: ¿Puedes decirme lo que
significa la palabra ‘arquetipo’?”
»
“¡Ah!
OK. Ya. Claro. Con mucho gusto y buena voluntad. La palabra ‘arquetipo’ viene
de dos palabras griegas: ‘arjé’ que significa ‘fuente’, ‘principio’, u ‘origen’”,
explicó Shodai.
»
“Sipo.
¿Y…’typos’?”, preguntó Jacob.
»
“Y
‘typos’ – que significa ‘impresión’ o ‘modelo’”, aclaró Shodai.
»
“¿Dónde
he oído yo eso de ‘typos’? ¿Tipografía?”, inquirió el joven.
»
“Así
es. Tipografía es una palabra, que integra las palabras griegas ‘typos’ y
‘logia’ que significa ‘estudio de’ – como en psicología, el estudio de la
mente, por ejemplo. La tipología, por lo tanto, es el estudio de los tipos o
clases de cosas, propios de casi cualquier campo de estudio, o sea, en la clasificación
de los diferentes elementos reconocidos en ese campo”, concluyó Shodai.
»
“¿Entonces
un arquetipo es…?”, preguntó Jacob, ya queriendo al grano de la aclaración.
»
“Pues
un arquetipo es una categoría de ser humano que aparece universalmente o casi
universalmente y que podemos reconocer, por ejemplo, en casi cualquier cultura
que examinemos.”
»
“¿Aparecen
igualitos, no importa la cultura?”, inquirió el joven.
»
“No,
igualitos no, pero lo suficientemente semejantes como para identificarlos en
culturas diversas y por lo tanto concordar que pertenecen a una misma
categoría.”
»
“¿Y
el héroe es un arquetipo?”, preguntó el muchacho.
»
“Definitivamente
lo es, al igual que el guerrero”, aclaró su padre.
»
“Y
el arquetipo del guerrero abarca el del héroe pero no es igual a él”, dijo
Jacob, buscando aclaración.
»
“Exacto.
Para ser guerrero hace falta ser héroe, o al menos podríamos decir que la
heroicidad es un atributo intrínseco, propio del guerrero”, afirmó Shodai para
esclarecerle las ideas a su hijo.
»
“¿El
sine qua non? ¿El ‘sin esto no hay’?”
»
“Hmmm…
Uno de ellos, sí”, precisó el Maestro Sennin.
»
“¿Pero
se puede ser héroe sin ser guerrero?”, dijo el hijo del Sennin, buscando aún
más precisión en su entendimiento.
»
“Los
bomberos, los salvavidas, los rescatistas en general, son ejemplos de profesiones
heroicas sin ser guerreras.”
»
“¡Guau!
¡Qué interesante! Espera que lo apunte todo… dame unos momentos… ¿Entonces en
los mitos encontramos arquetipos? ¡Los mitos nos enseñan arquetipos!”
»
“Jajaja.
Cálmate. Sí, entre otras muchas cosas, los mitos nos enseñan sobre los arquetipos
humanos”, dijo Shodai, disfrutando al máximo esta fase de fascinación por la
novedad del conocimiento que esperaba que le durase, como él mismo, toda una
vida.
»
“Cuéntame
de Teseo. Antes ni me importaba pero ahora me interesa saberlo todo.”
»
“Bueno,
déjame pensar… Pues sus primeras aventuras se beneficiaron de la ciudad y la
región. Fue un rey exitoso que consolidó la posición de Atenas en la región a
través de maniobras políticas muy astutas. También fue un excelente general: dirigió
el ejército de Atenas en campañas victoriosas. Y como político se le atribuye
ser el fundador de la democracia de Atenas ya que voluntariamente cedió muchos
de sus poderes como rey a favor de una asamblea elegida. Se ganó una reputación
de ayudar a los pobres y oprimidos. El haber cedido el poder a la asamblea hizo
más fácil para él continuar teniendo aventuras después de que él fuera rey.
Fíjate hijo si Teseo era importante, si inspiraba, si era causa de inspiración,
que antes de que la gente se lanzara a una empresa importante o difícil decían:
‘¡No sin Teseo!’. Ese era un dicho
popular ateniense, lo que refleja la creencia de que se debe incluir a Teseo en
cualquier empresa importante que uno comience”, concluyó Shodai.
»
“¿Ese
era un dicho popular de Atenas? ¡Guau! Sé que Aquiles inspiró a Alejandro,
¡pero no recuerdo que Aquiles tuviera dichos populares así! ¡Cuéntame más!”,
insistió el hijo del Sennin.
»
“¿Más?
¿Más? A ver… Mientras crecía él quería ser como su primo mayor Heracles…”
»
“¿Heracles
era el primo mayor de Teseo?”, exclamó Jacob.
»
“Pues
según algunas versiones al menos de Teseo, pues sí. De hecho lo interesante aquí es que tal vez se
trate del único ejemplo de imitación consciente por parte de un héroe griego hacia
otro. De hecho, Teseo se convirtió en un amigo leal de Heracles, los dos corrieron
muchas aventuras juntos y hasta se salvaron la vida mutuamente, Heracles por
medio de su increíble fuerza, y Teseo con su astucia y sabiduría.
»
“Así
que Teseo se convierte en inspiración al pueblo ateniense por ser heroico, y por combinar su astucia, sabiduría y su
fuerza, ¿verdad?”, preguntó Jacob.
»
“Pues…
podrías decir eso, pero es algo más que eso. Se convierte en una de las figuras
ideales…”
»
“…
¿Arquetípicas?”, interrumpió el joven.
»
“… Exacto”,
continuo el padre, agregando: “… arquetípicas, para que todos los atenienses y
demás personas que conocieran, que conozcan, su conjunto, su combinación de
cualidades junto con las circunstancias adversas dentro de las cuales las
cultivó o aplicó, pudieran aspirar a ser como él, de igual modo que él quiso
ser como su primo Heracles, o como Alejando fue inspirado por Aquiles. ¿Ves
cómo la mitología puede inspirar a la gente?”
»
“Y
la mitología griega a su vez es una representación de los principios y valores
de la cultura griega, ¿verdad?”
»
“Así
es. Por eso mismo hay una correlación directa entre el nivel de desarrollo, de
progreso, de vitalidad general de una cultura y sus mitos, en sus héroes, en
sus modelos a seguir que inspiran a los miembros de la población a superarse, a
ser grandes”, dijo Shodai.
»
“Capto.
Como Alejandro con Aquiles, o como Napoleón, Aníbal y Julio César con
Alejandro. ¡Ca-chin! ¡Me cae la ficha! ¿Por eso insistes que la decadencia de
la cultura hispana se refleja en falta de héroes?”
»
“¿Ya
leíste mi artículo ‘Don Quijote: la
venganza de Cervantes o ¿Por qué en la cultura hispana no existe la figura del
superhéroe?’, verdad?”, preguntó Shodai, retóricamente.
»
“Jajajaja.
¡Me lo preguntas como si hubiera tenido opción!”, se rió el hijo, provocando
una sonrisa de su padre.
»
“Hijo,
es lo que se llama una ‘pregunta retórica’. O sea, es una pregunta que se hace
sin esperar una respuesta sino que ya lleva la respuesta implícita en la
pregunta misma. Aquí la idea era de hacerte recordar lo que habías leído del
artículo para continuar la discusión con ello en mente.”
»
“Ah…
OK… Vale… Ya entendí… ¡Jajajaja! Ya, enserio. Cuéntame más sobre Teseo, pero
algo personal sobre él, algo bien chulo, bien padre. Algo que pueda yo contar
en mi clase y quedar como un titán entre hormigas”, dijo el muchacho con suma seriedad.
»
“¿Con
que para quedar como titán entre hormigas? Pensé que ya te creías un titán
entre hormigas”, dijo Shodai suprimiendo una ligera sonrisa.
»
“¡Jejeje!
Estaba tratando de ser modesto”, respondió Jacob con una ligera carcajada.
»
“OK.
Buen intento hijo. Cada uno hace lo que puede”, dijo el padre ya luciendo una evidente
sonrisa orgullosa. “A ver… pues Teseo no era un semidiós como su primo
Heracles, sino totalmente humano; de hecho era hijo de Egeo, el rey de Atenas,
y de Etra la hija del rey de Trecén.”
»
“¿Egeo,
de donde viene el nombre del mar Egeo?”, interrumpió Jacob para aclarar.
»
“¡Vaya!
¡Algo aprendes en el colegio!”, exclamó Shodai con entusiasmo esperanzador.
»
“Estooo…
Papis… lamento echar tu gozo en un pozo, pero lo aprendí cuando me leías la Ilíada de chiquillo, no en el colegio”,
comentó Jacob con gentileza, auténticamente sensible a la frecuente desilusión
reflejada en la expresión de su padre con respecto al sistema educativo – entre
otras muchas instituciones sociales – a pesar de que se trataba del colegio
privado más prestigioso de la ciudad.
»
“Bueno,
lo importante es que lo sepas. Así que Egeo, que era el rey de Atenas en
aquellos tiempos míticos, pues tuvo problemas engendrando un hijo varón
heredero de entre sus varias esposas. Finalmente decidió ir al oráculo de
Delfos para pedir consejo, pero se quedó muy decepcionado cuando recibió la
respuesta del oráculo”, explicó el Shodai Sennin de MAMBA Ryu.
»
“¿Y
cuál fue la respuesta que le decepcionó tanto al rey Egeo?”, preguntó el hijo
del Shodai Sennin de MAMBA Ryu, ya enganchado en la narración que le narraba el
experto narrador de su padre.
»
“El
mensaje del oráculo fue: ‘No desates la
bota de vino hasta que llegues a Atenas’, la cual dejó al rey Egeo
totalmente perplejo.”
»
“¿’No desates la bota de vino hasta que llegues
a Atenas’? ¡Eso ni tiene sentido! ¿Nada más eso le dijo?”
»
“Nada
más eso.”
»
“¿Eso
– ’No desates la bota de vino hasta que
llegues a Atenas’ – le dijo
solamente?”
»
“Solamente
le dijo eso”, respondió el Sennin, ya empezando a perder la paciencia.
»
“Eso
y nada más.”
»
“¿Qué
parte de ‘nada más’ no comprendes? El ‘nada o el ‘más’”, respondió Shodai, sin
ocultar su impaciencia.
»
“No,
sí, claro. Sí, entiendo, pero es que es difícil de entender la frase misma: ’No desates la bota de vino hasta que llegues
a Atenas’. ¿Y el rey Egeo que hizo después?”, preguntó Jacob.
»
“Pues
se fue a la ciudad de Trecén, para ver si su amigo podría ayudarle a entender
el acertijo”, respondió Shodai.
»
“¿Y
el rey de Trecén qué entendió por ello?”, inquirió el joven hijo y aprendiz del
Sennin.
»
“¡Jajajaja!
¡Pues al parecer más que suficiente! Emborrachó a Egeo y por la noche mandó a
su hija Etra a su cuarto a seducirlo.”
»
“¿Qué?
¿Es eso legal? ¿El rey hizo eso? ¡El rey! ¿Su amigo el rey hizo eso con su
propia hija? ¡Eso es irracional! ¡Y… y… cómo se dice en español… despreciable!
¡Eso fue despreciable! No lo entiendo! ¿La gente hace eso con sus propias
hijas?”, comentó un angustiado y joven Jacob.
»
“Jajaja!
Eso y mucho peor! Pero bueno… eso lo dejaremos para otra discusión. Lo que
sucedió es que el rey de Trecén creyó entender perfectamente al oráculo como
diciendo que si el Egeo bebía con quien se acostara después se quedaría
embarazada. Así que para provecho político comprometió a su hija con su amigo y
el resultado fue el mítico Teseo.”
»
“¿Así
es como comienza Teseo? ¿Con su padre emborrachado, engañado por su amigo?”
»
“Aja.
¿Y?”, preguntó el Sennin con pícara intención de provocar una respuesta de su
hijo.
»
“¿Pues
qué tipo de enseñanza es esa? ¡No le veo la moralidad en eso!”, exclamó Jacob
con suma indignación.
»
“¡JAJAJAJAJA! Ah! ¡No me hagas reír tanto, que
hice abdominales poco antes de que entraras! ¡Tenme piedad! Mira, hijo, lamento
mucho decirte que la vida no es perfecta matemática y con frecuencia lo que es
perfecta matemática se aleja bastante de la vida, al menos de la vida de los
seres humanos y lo que nos interesa y afecta”, dijo el Sennin con una sonrisa
de oreja a oreja.
»
“Padre,
‘con todo el respeto debido’, como te he observado a ti decir muchas veces
justo antes de que trapeas el piso con las opiniones o comentarios de alguien,
eso que me acabas de decir no es una respuesta”, respondió el jovencito,
todavía visiblemente indignado, agregando: “¿Te imaginas que contara yo eso en
mi clase con los santurrones que son algunos de los alumnos? ¡Es que tu no
entiendes con lo que yo tengo que lidiar a diario!”, rogó Jacob, visiblemente
consternado.
»
“¡Jajajajaja!
¡Te he pedido que no me hagas reír más! ¡Pobrecito Alarico! ¡Qué difícil es su
vida! ¡Tiene que vivir con todos los malvados santurrones fundamentalistas,
nihilistas, y en general esos apáticos buenos para nada del colegio al cual no
falta ni aun enfermo! Pues mira chavalín, eso tiene solución. Te sacamos de la
escuela y estudias en casa. ¿Cómo lo ves?”, preguntó Shodai, sin pizca de humor
en su rostro o tono.
»
“Estoooo,
pues no hay que ser impulsivos padre. Estoy bien, la verdad. Sigue, sigue. Jejejeje,
¿Quizás me puse un poco melodramático? ¿Eh?”
»
“¿Solamente
un poco?”
»
“¡Demasiado,
pero lo editamos de la memoria y hacemos como que nunca sucedió, fue como un
pedo cerebral no más! ¿OK?”, sugirió Jacob Alaric, la amenaza inminente de
sacarlo de la escuela sirviendo como una espada de Damocles que enderezaba su
conducta con eficacia singular. Jacob sabía perfectamente que su padre ni
vacilaba ni amenazaba, sino que cumplía: todos los del Ryu sabían el adagio de
‘Shodai no negocia con terroristas’.
»
“¡Lenguaje
Jacob Alaric! ¡Cuida tu lenguaje! ‘Flatulencia
cerebral’, querrás decir, ¿no?”, continuó Shodai, continuando a ‘enderezar’
a su hijo.
»
“Si
padre, claro. ‘Flatulencia cerebral’. Jejejeje. Claro”, respondió Jacob en un
tono muy conciliador.
»
“Bien,
bobadas aparte. Mira, los santurrones son problema tuyo, tú verás cómo lidias
con ellos. Tienes que aprender a poder exponer tus ideas y perspectivas delante
de tus compañeros y a atreverte ser tú mismo no importa lo que los demás
piensen u opinen. Si la escuela no aporta a tu educación al menos deberías
aprovecharla para aprender a lidiar y liderar con la gente, ¿no te parece? ¿Acaso
no eres un ‘titán entre hormigas’? ¿Desde cuándo los titanes se preocupan de no
pisar las hormigas por dónde caminan?”, concluyó su padre.
»
“Sí,
claro padre. No sé en lo que estaba pensando. Jejeje”, respondió el joven
recuperando un poco su usual tono de pícaro ya que vio que el inminente anterior
peligro de sacarlo de la escuela ya comenzaba a disiparse.
»
“En
cuanto a la moralidad del asunto, tienes que aprender que no todas las culturas
del mundo comparten el mismo concepto de la moralidad – todos tienen algún
concepto de la moralidad, eso sí que es universal – pero no el mismo. Los
antiguos griegos, como cultura práctica que eran, admiraban ante todo la
audacia y la astucia”, explicó Shodai a su hijo.
»
“¿Audacia
y astucia?”, recitó el joven Jacob.
»
“Audacia
y astucia. ¿Quién fue declarado el guerrero griego más valioso de la guerra de
Troya?”
»
“¡Odiseo!”
»
“¿Por?”
»
“¡Por
el Caballo de Troya! ¡Ya lo entiendo! ¡Gracias a la audacia y la astucia de
Odiseo ganaron la guerra los griegos!”
»
“Audacia
y astucia sobre todo al servicio de la causa, de su bando, de su gente, por así
decirlo. Y luego vemos en la Odisea como ambas cualidades son las que Odiseo
demuestra una y otra vez y representan cualidades que para los griegos eran de
las más valiosas para un hombre. ¿Verdad?
»
“Sí
padre, me acuerdo perfectamente.”
»
“Entonces,
volviendo a Teseo. Podríamos interpretarlo así: Teseo nace de un problema serio
para la sucesión y la estabilidad de su reino, o del reino de su padre, ¿qué se
resuelve cómo?”, preguntó Shodai.
»
“¿Con
audacia y astucia? “
»
“¡Sí!
¡Con audacia y astucia! ¡Exactamente! Dos cualidades, que aún más que su propia
fuerza física – que era, por cierto, también impresionante de por sí – que le
sirvieron tanto para él como para Atenas a lo largo de su heroica carrera. ¿Me
explico?”
»
“Entonces
Teseo ya nace de la audacia y la astucia, o sea, proviene de ella.”
»
“Así
es”, afirmó el Maestro Sennin.
»
“Pero
padre, sin que te molestes conmigo, ¿alguna sugerencia para cómo presentar esto
de que el padre manda a su hija a acostarse con su amigo para quedarse embarazada?”
»
“¿Te
sabes la historia de Abraham?”
»
“¿Cuál
de todas?”, preguntó el joven hijo del Sennin.
»
“¿Cuándo
Yahveh le manda sacrificar a su hijo Isaac, te acuerdas?”
»
“Sí,
pero no es lo mismo, no lo hizo”, respondió Jacob.
»
“OK,
el punto a donde quiero llegar es que lo hubiera hecho, pero bueno… Otro
ejemplo, y mucho mejor aún. ¿Todavía
tienes una versión de la biblia en PDF?”, preguntó el padre.
»
“Sí,
claro”, dijo Jacob.
»
“Bien,
abre el archivo y busca Génesis 19.”
»
“¿Versículos?”
»
“Creo
que por el 30, pero mejor haz una búsqueda de ‘Lot desde Soar’.”
»
“¿Cómo
suena todo? ¿Lot, ele oh te y Soar, ese oh ah ere?”
»
“Exacto.
Pero comienza con el versículo anterior.”
»
“¡Ya
lo tengo!”
»
“OK,
léelo, en voz alta.”
»
“¡Sí
Shodai!” Y Alarico leyó, pausando en los lugares que le parecieron más
lúgubres, o sea, en casi todos, para poder asimilar lo que leía:
29 Así pues, cuando Dios destruyó las
ciudades de la redonda, se acordó de Abraham y puso a Lot a salvo de la
catástrofe, cuando arrasó las ciudades en que Lot habitaba.
30 Subió Lot desde Soar y se quedó a
vivir en el monte con sus dos hijas, temeroso de vivir en Soar. Él y sus dos
hijas se instalaron en una cueva.
31 La mayor dijo a la pequeña: «Nuestro
padre es viejo y no hay ningún hombre en el país que se una a nosotras, como se
hace en todo el mundo.
32 Ven, vamos a propinarle vino a
nuestro padre, nos acostaremos con él y así engendraremos descendencia.»
33 En efecto, propinaron vino a su padre
aquella misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se
enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó.
34 Al día siguiente dijo la mayor a la
pequeña: «Mira, yo me he acostado anoche con mi padre. Vamos a propinarle vino
también esta noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de
nuestro padre descendencia.»
35 Propinaron, pues, también aquella
noche vino a su padre, y levantándose la pequeña se acostó con él, sin que él
se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó.
36 Las dos hijas de Lot quedaron encinta
de su padre.
37 La mayor dio a luz un hijo, y le
llamó Moab: es el padre de los actuales moabitas.
38 La pequeña también dio a luz y le
llamó Ben Ammí: es el padre de los actuales amonitas.
Durante unos
largos momentos Jacob se quedó callado, como digiriendo lo que leía y releía, hasta
que finalmente dijo:
»
“Perdona
padre, pero esto tengo que verificarlo. Un momento que haga unas búsquedas en
Internet.”
»
“Como
gustes hijo”, respondió Shodai, de nuevo con su sonrisa de gato que se comió el
canario, añadiendo: “Tómate tu tiempo. Yo mientras seguiré con mi trabajo.
Avísame cuando quieras continuar. Vas a ver que todas las versiones de la
biblia dicen lo mismo: las hijas de Lot, ambas por falta de una, le
emborracharon para acostarse con él para resolver el problema de la sucesión.”
Los minutos
pasaron: dos, cinco, diez. Mientras Shodai ya estaba muy metido en sus
investigaciones de inteligencia colectiva, sistemas complejos, vida artificial…
cuando:
»
“Esto
es asqueroso. ¿Y la gente sabe de esto?”, preguntó el joven tan consternado que
ni él mismo sabía si estaba más asombrado o más indignado.
»
“JAJAJAJAJAJAJA
¿Cómo que si la ‘gente sabe de esto’?
¡Es la biblia hijo! ¡El libro más conocido de la historia del mundo!”, exclamó
Shodai.
»
“Pero
seguro que de los menos leídos. Esto es asqueroso. ¿No hay censura para estas
cosas? ¿No hay una versión así, como no sé, como para menores?”
»
“¿Para
menores? ¿Una Biblia para menores? JAJAJAJAJAJAJAJA ¿Y qué edad crees que
tendrían las hijas de Lot? ¿Acaso crees que la pequeña rebasaba los 13 años? ¡JAJAJAJAJAJA!
Bueno hijo. ¿Te ubicas?”
»
“Estoy
sin palabras, la verdad”, no sé ni qué decir, ni qué pensar, salvo que
obviamente lo de la madre de Teseo acostándose con su padre borracho no es nada
en comparación”, afirmó el joven Jacob.
»
“¿Conque
sin palabras, eh? ¡Pues has dicho mucho para estar sin palabras! Aprovechemos esta
fase inevitablemente fugaz de tu mudez y afonía para aprender algo más sobre lo
que hacían los padres con las hijas en tiempos bíblicos viendo de nuevo Lot y
sus hijas. Vete a Génesis… 19… o sea, capitulo 19, igual que antes, pero ahora
versículos 1 a 8. ¿Los tienes a la vista ya?”, preguntó Shodai.
»
“Sí
padre.”
»
“Perfecto.
Lee.”
»
“¡Voy!“
Génesis 19
1 Los dos ángeles llegaron a Sodoma por
la tarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a
su encuentro y postrándose rostro en tierra,
2 dijo: «Ea, señores, por favor,
desviaos hacia la casa de este servidor vuestro. Hacéis noche, os laváis los
pies, y de madrugada seguiréis vuestro camino.» Ellos dijeron: «No; haremos
noche en la plaza.»
3 Pero tanto porfió con ellos, que al fin
se hospedaron en su casa. El les preparó una comida cociendo unos panes
cenceños y comieron.
4 No bien se habían acostado, cuando los
hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa desde el mozo hasta el
viejo, todo el pueblo sin excepción.
5 Llamaron a voces a Lot y le dijeron:
«¿Dónde están los hombres que han venido donde ti esta noche? Sácalos, para que
abusemos de ellos.»
6 Lot salió donde ellos a la entrada,
cerró la puerta detrás de sí,
7 y dijo: «Por favor, hermanos, no
hagáis esta maldad.
8 Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no
han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas como bien os parezca; pero
a estos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi
techo.»
»
“Padre…
padre…”, repitió Jacob dos veces, como si quisiera cerciorar algo antes de
continuar con su pregunta o comentario, “aquí Lot, o sea, el padre de las
chicas, les está diciendo a los hombres que han rodeado su casa que hagan lo
que quieran con sus hijas ‘que no han conocido varón’… ¿qué quiere decir eso?”
»
“Quiere
decir que son vírgenes, que nunca han tenido relaciones sexuales”, respondió
Shodai.
»
“OK…
¿pero prefiere que violen a sus hijas a que ‘abusen’ de los hombres que han
venido? ¿He entendido bien? ¿Qué quiere decir ‘Sácalos, para que abusemos de ellos’?”, preguntó Jacob, ahora sí
que más perturbado que nunca.
»
“Hijo,
Génesis 19 es parte del mito bíblico de la caída de Sodoma, de hecho Sodoma y
Gomorra. En Sodoma vivían los sodomitas que eran homosexuales, palabra que
hasta la fecha nos queda en la forma de ‘sodomizar’ que se refiere a tener
relaciones sexuales anales. O sea que lo que querían era violar a los hombres
de la casa”, explicó Shodai.
»
“¿Y
Lot prefirió que violaran a sus hijas a que violaran a estos extraños?”,
preguntó el joven, incrédulo ante la respuesta que sabía que le iba a llegar.
»
“Así
es”, dijo Shodai, su tono y semblante ambos ya serios. “Este mito bíblico nos
habla de cómo la cultura veía a las mujeres, o mejor dicho, lo poco que
valoraban a las mujeres, y también de su homofobia. Prejuicios que hasta
dominan las culturas que siguen compartiendo los valores y principios que los
mitos bíblicos – o sea, casi todos los países religiosos del medio oriente, de
África y del occidente”, concluyó Shodai.
»
“El
occidente incluye las Américas, claro”, dijo Jacob, esclareciendo.
»
“Claro.
Ahora háblame de la clase de discusión que tuviste con tus compañeros”,
insistió Shodai, el cual, conociendo la mente de su hijo, sabía que él solito
roería este hueso y vendría más tarde con preguntas, buscando nuevas
enseñanzas.
»
“Pues, es que ellos se molestan conmigo porque
me gusta hacer más de lo que la maestra nos exige y dice que los dejo mal. Dicen
que me lo tengo muy creído por querer sobresalir y que sería mejor que
simplemente fuera más relajado, como eso del Rey León.”
»
“¿Del
Rey León?”
»
“¿No
me digas que nunca lo has visto? ¡Ay Papito, tienes que salir más! ¡Jajajaja!”
»
“¡Pero
miren qué gracioso nos ha salido el nene! Sí hijo, claro que lo he visto, como
treinta veces, ¿pero puedes ser más específico? ¿A qué parte del Rey León te
refieres?” preguntó Shodai fingiendo ignorancia, deliberadamente provocando a
su hijo.
»
“Lo
de ‘hakuna matata’, lo de vivir la
vida sin preocupaciones y sin esfuerzo. ¿Dicen que para qué me molesto tanto en
sobresalir si al final todos vamos a morir?”
»
“¿Con
que hakuna matata? ¿La canción del jabalí
verrugoso y del suricato?”
»
“La
misma. Esa que dice que no deberías preocuparte por nada en el mundo. Les
encanta a mis amigos. Dicen que lo mejor es ser relajado, hacer lo mínimo, y
nunca esforzarse para nada.”
»
“¿Eso
dicen tus amigos?”
»
“Sí,
son muy nihilistas.”
»
“¿No
tienes ni diez años y tus amigos ya se declaran nihilistas?”
»
“¡Jajaja!
¡No Padre! Ellos mismos no. No sabrían ni cómo escribirlo. Yo les digo así porque
dicen que la vida no tiene significado y que por lo tanto no debo esforzarme
tanto en proyectos tontos.”
»
“¿Así
son todos tus compañeros de clase?”
»
“Nop.
También están los fundamentalistas que dicen que tampoco hay que trabajar tanto
porque lo importante es estar bien con Dios y así irás al cielo. ¿Qué te parece
eso? Jajajajaja!”
»
“¿Que
qué me parece?”
»
“Sí.”
»
“¡Te
diré lo que me parece! ¡Me parece que necesitas nuevos amigos! ¡Y quizás
cambiar de escuela! ¡Eso es lo que me parece!”
»
“¡No!
¡Cambiar de escuela no! ¡Jajajaja! Cálmese señor, cálmese. ¡No te alteres Papi!”,
exclamó el niño. “Siempre dices lo mismo cuando te hablo de mis amigos. ¡Jajajaja!”
»
“Dos
más dos son cuatro, ayer, hoy, mañana, en Paris, en Moscú y en la luna. Mi
opinión de ellos no cambia mientras que ellos no cambien. ¿Y entonces?”,
preguntó Shodai visiblemente impaciente.
»
“Y
entonces yo solamente les dije que era cuestión de perspectiva y que para SER
extraordinario hace falta HACER extraordinario. ¿Me explico?”, dijo el muchacho
muy dignamente. “¿No es cierto eso, Padre?”
»
“Pues
sí, nada es más cierto que eso. Los resultados reflejan los pasos seguidos”,
respondió el padre sonriente, sabiendo que a su hijo le caerían fichas sobre el
mito de Teseo, y formulando los detalles finales de su plan para empalmar estas
inquietudes de su hijo con el tema de su proyecto sobre los mitos. “Pero
también es cierto que ‘dime con quién
andas y te diré quién eres’. En fin”, concluyó el padre algo resignado a
aceptar la realidad social en la que inevitablemente tenía que desenvolverse su
hijo, agregando: “¿Y esto de querer sobresalir, destacarse por haber superado
adversidades versus simplemente dejarse dominar, subyugar por ellas, crees que tiene
algo que ver con tu proyecto?”
»
“¿Con
los mitos?”
»
“Sí,
con los mitos.”
»
“¿Con
los mitos?”
»
“Pues
sí, con los mitos.”
»
“Pues
sí, creo que algo que ver con los mitos, sí, creo que sí”, dijo el muchacho.
»
“¡Claro
que tiene ‘ALGO’ que ver con los mitos!”, exclamó Shodai enfáticamente, sus
brazos de pronto cobrando vida, lanzándose dramáticamente las manos hacia el
techo. “¡Tiene todo que ver con los mitos!”, pronunció Shodai de nuevo, otra
vez vehemente agitando los brazos y las manos pero esta vez extendidos en cruz,
a los lados, en vez de hacia el techo.
»
“¿Cómo
con Teseo, Heracles, Aquiles, y muchos otros, ¿no Papis?”, preguntó el joven
Jacob, ahora sí sorprendido con la sabiduría de su padre.
»
“Ni
voy a preguntar lo que NO te enseñaron el colegio porque con lo que me cobran
de mensualidad se me va a subir la tensión arterial”, dijo el padre, medio en
broma, medio en serio.
»
“Sí
Padre, mejor déjalo. Ni preguntes. Pero yo les dije a todos mis amigos que si
pensaban así que eran unos ordinarios y que yo iba a ser extraordinario y para
ser extraordinario tendría que hacer extraordinario.”
»
“¿Y
qué te dijeron entonces?”
»
“Lo
de siempre. Unos me dijeron que eso de ordinario y extraordinario era relativo,
o sea que depende de tu punto de visa.”
»
“¿O
sea que encima de nihilistas y fundamentalistas ahora son relativistas?”
»
“Pues
sí.”
»
“¿Y
tú que dijiste?”, preguntó Shodai, interesado por saber cómo su hijo manejaba
tales argumentos, potencialmente escurridizos hasta por un filósofo consumado.
»
“Jejejeje.
¡Cayeron en la trampa tal y como me enseñaste!”, respondió Jacob con una risita
triunfal.
»
“¿Ah
sí?”, preguntó el padre compartiendo por adelantado el entusiasmo de su hijo.
»
“¡Sip!
Les dije que tu punto de vista es el resultado de lo que eres; así que si eres ‘ordinario’,
tu punto de vista será ordinario. Pero también se aplica viceversa: si tu punto
de vista es ordinario es que tú mismo eres ordinario. Les dije que es cierto
que todos tienen un punto de vista, pero que sus puntos de vista son el
resultado de quiénes son. Por ejemplo, una hormiga tiene un punto de vista y un
águila otro. Pero el punto de vista de la hormiga está bien limitado al suelo
por estar pegado a la tierra, mientras que el punto de vista del águila es
mucho más amplio puesto que se eleva por las alturas y el ‘punto’ desde el cual
tiene una vista es mucho más alto y pues tiene mucha mejor ‘vista. ¡Ah! Y que
puesto que las hormigas son muchas y las águilas son pocas, pues las hormigas
por definición son ordinarias y las águilas extraordinarias igual que la arena
es ordinario y los diamantes extraordinarios, y el punto de vista de las
águilas es extraordinaria y el de las hormigas ordinaria”, concluyó el
muchacho.
»
“¿Y
qué te dijeron?”
»
“Nada
profundo. ¡Jajajajaja! Me preguntaron ‘¿qué significa viceversa?’. Eso fue lo
que dijeron.”
»
“¿Nada
más?”, preguntó el padre, algo sorprendido.
»
“Nada
más, y después se cansaron de todo eso del punto de vista y se fueron mejor a
jugar al balón – pero ya los callé que era lo importante.”
»
“Claro,
era lo importante.”
»
“Pero
antes de ello les di el ejemplo de Aquiles en la película de Troya.”
»
“¿De
Aquiles en la película de Troya?”, preguntó Shodai, sabiendo perfectamente a
qué escena se refería su hijo puesto que nunca dejaba de recordarle de que esa
misma era su favorita cada una de las cincuenta veces, como mínimo, que veían
la película; pero a Shodai le encantaba ver el rebosante e incansable
entusiasmo con el cual su hijo siempre describía la escena.
»
“Sí,
la parte esa al principio cuando a Aquiles le busca el escuincle para que se
pelee con el gigante Boagrio…”
»
“Y
el muchacho le dice…”
»
“…
y el muchacho dice: ‘El Tesalónico contra
el que usted que está va a luchar... es el hombre más grande que he visto en mi
vida. No me gustaría pelear con él’.”
»
“Y
Aquiles dice…”
»
“Aquiles
dice: ‘Por eso nadie se acordará de tu
nombre’.”
»
“¿Ves
lo que te decía con respecto a Teseo y Odiseo? Los antiguos griegos admiraban
la audacia, el arrojo, la intrepidez…”
»
“¡Y
la astucia!”, exclamó Jacob.
»
“¡Y
la astucia! Claro que sí”, respondió Shodai a su hijo, agregando: “¿Y por eso
quieres hacer este reporte sobre los mitos?”, preguntó Shodai, retomando el
tema de la conversación.
»
“No…
pues sí… Es que tenemos que dar una definición de mito y describir una, y yo
pensé que en Aquiles, pero mamá me dijo que te hablara a ti porque me dijo que
tú diste o dabas o das clases de mitología y religiones del mundo y que ya
sabía mucho de Aquiles y que me tocaba ‘aumentar mis horizontes’, o algo por es
etilo.”
»
“¡Jajajaja!
Así es”, dijo Shodai, “Mucha razón tiene tu madre en eso. ¿Y cuál es tú
definición de ‘mito’? Empecemos por ahí.”
»
“Pues
es que vi tantas que me hice un lío. Empecé a buscar definiciones y algunas
hasta se contradicen. ¡No es lógico! ¡No
hay un consenso!”
»
“¡Jajajaja!
¡Hijo, el que es ilógico eres tú!”
»
“¿Yo?
¿Por qué yo? No tiene sentido que las definiciones sean contradictorias. ¡Al
menos deberían complementarse, pero no contradecirse!”, exclamó el joven hijo
del Sennin.
»
“¡Jajajaja!
Mira Jacob, los seres humanos son inherentemente contradictorios, es lo que nos
hace seres humanos – y no vulcanos como el Sr. Spock de Star Trek, por ejemplo
– y no hay nada más humano que los mitos. Por lo tanto es lógico que algunas de
sus definiciones sean también contradictorias entre sí. Una cosa sería si una
misma definición se contradijera, ahí sí que te daría la razón. Pero que entre
definiciones de algo que no tiene forma de definirse como un concepto
científico, no solamente es lógico, sino que hasta deseable. ¿Entiendes?”
»
“¿Deseable
que se contradigan?”, preguntó Jacob, tanto confundido como incrédulo.
»
“¡Claro!
¡Deseable! Así nos alertan a la idea de que sea trata de un concepto tan
complejo que desafía que se le encasille con cuatro palabras”, afirmó el
Sennin.
»
“Padre,
a veces das miedo. Volviendo un momento a eso de Lot y la biblia. Mira,
entiendo mejor de lo el amigo del rey Egeo, el otro rey que manda a su hija
acostarse con Egeo, entiendo lo que me dices de que los valores de una cultura
no coincidan con los valores de otra, y que lo universal no son los valores
mismos sino el hecho de que los valores existan, ¿pero no me vas a decir que lo
que hicieron sus hijas con él estuvo bien? ¿Verdad?”
»
“No,
claro que no. Hay cosas que son relativas, y cosas que están simplemente mal, y
el incesto es una de ellas”, proclamó el Sennin.
»
“¿Y
cómo podemos saber si algo está ‘simplemente mal’? Lo que quiero decir es que,
¿por qué estuvo mal que se acostaran con su padre? ¿Cuál es la regla?”,
inquirió el hijo del Sennin.
»
“Pues
como regla general – ya que te parecen gustar tanto las reglas – es que cuando
hieres a alguien, incluso a ti mismo, ya tienes que cuestionarte si lo que
estás haciendo es propio del recto proceder.”
»
“¿El
‘recto proceder’?”
»
“Sí.”
»
“¿Por
qué me suena eso?”
»
“Porque
debería, es el título de un libro que he escrito – ‘El recto proceder: diálogos entre el bien y el mal’ – y que por lo
visto no has leído todavía.”
»
“Ah!
Ah! Ah! I no speak
Spanish, Míster. Mi no comprender. ¿Y quién quedó lastimado en el caso de
que las hijas de Lot ya que ellas mismas decidieron acostarse con su padre?”, saltó
Jacob, rápidamente cambiando el tema y sonsacando una sonrisa de su padre.
»
“Jejejeje.
OK. Vale. Queda pendiente. ¿Te enteras? OK… Pues si lo que me estás preguntando
es por qué el incesto está mal, te daré una justificación clara: los hijos de
incesto pueden tener, o mejor dicho, tienen una alta probabilidad de salir con
deformidades físicas o deficiencias mentales. La gente ‘normal’ ya de por sí es
bastante deficiente y demente, ninguna sociedad quiere tener hábitos y
costumbres que agreguen más ‘subnormalidad’ a la susodicha ‘normalidad’. ¿Me
explico? Así que míralo como lo mires, como mínimo las víctimas son los futuros
hijos con sus potenciales deficiencias. Uno de los motivos para los convenios
sociales, las normas culturales, es para fomentar la convivencia armoniosa. No
siempre funciona, no siempre logra su propósito, pero el incesto es casi
siempre reconocido como algo que no se debe hacer. Aunque eso sí, de nuevo, no
todas las culturas comparten el mismo concepto de lo que constituye incesto, pero
todos lo tratan como algo despreciable. Y si quieres saber más agarra una copia
del libro. ¡Fíjate, hasta te regalo un copia!”, le dijo el padre al hijo con un
guiño.
»
“Muchas
gracias por su generosidad señor. Jejejeje. Otro día será hermano. Pero volviendo
a eso de las definiciones que se contradicen, tengo que decirte que de momento
ni quiero entender algo que me diga que lo ilógico sea lógico. Por ahora me
escudo en la inocencia de mi infancia. Luego me complicas la vida explicándome
más de la irracionalidad racional de los adultos. ¿OK? ¿Pero ahora me podrías ayudar
a definir tú lo que es un mito de una forma sencilla? Es que la voy a tener que
presentar en el salón y pues, ya sabes, Sócrates no son”, explicó Jacob con ese
pragmatismo que su padre atribuía siempre a su madre.
»
“¡Jajajaja!
Está bien, por ahora concordaremos en dejar la cuestionable y muy supuesta
inocencia de tu infancia intacta, y veremos lo que podemos hacer. Bueno,
primero hay que tener en cuenta lo que es un mito”, dijo Shodai.
»
“¿Y
qué es un mito?”, preguntó el muchacho manos sobre el teclado, mirada fija en
la pantalla, listo para tomar apuntes electrónicos.
»
“Pues
eso depende de tu punto de vista, es relativo… ¡JAJAJAJAJAJAJA!”, estalló
Shodai, no aguantándose la carcajada ante la mirada de espontánea indignación en
la cara de su hijo instantes antes de darse cuenta de la carilla que le estaba
dando su padre.
»
“Jajajaja
¡Buena! ¡Me pillaste!”, contestó Jacob, compartiendo, ahora sí, el humor de su
padre, agregando sonriente: “Sí, sí, sí, todos somos comediantes. Mitos por
favor. ”
»
“OK,
hablando en serio ya. Mira, el contenido general de los mitos, o al menos una
buena parte de esa verdad detrás de la realidad que tratan de describir, de
sonsacar, de compartir tiene que ver con lo que significa ser humano, y puesto
que ser racional, no racional e irracional, y todo a la vez y al revés es tan
propio de ser humano como andar a dos pies, pues por eso mismo es tan difícil
encontrar una definición que satisfaga o que aplique perfectamente a todos los mitos. Una definición nos debe
servir para especificar tanto lo que una cosa es como lo que no es. Es como
definir un juego, ¿sí? Tantos tipos de juegos que existen que una definición
específica se hace imposible e impráctica. El tenis es un juego, y el ajedrez
también. Las escondidas es otro juego. El póker otro. Las adivinanzas es otro
juego. ¿Qué tienen en común? ¿Puedes encontrar una definición que aplique a
todos? No lo creo. Más que nada tienes que aceptar una lista de características
propias de los juegos, algunas siempre o casi siempre presentes, otras
opcionales, pero que lleven al observador a una comprensión intuitiva – pon
atención: intuitiva – pero no necesariamente
lógica de lo que es un juego. Un juego es de esas cosas que cuando lo vemos
sabemos de qué trata, pero describirlo a la perfección es casi imposible”,
razonó Shodai.
»
“¿Entonces,
cómo empiezo a encontrar una definición, o simplemente no se puede?”, preguntó
Jacob, ahora sí que verdaderamente abrumado por la situación. “Es que si por
una parte un mito es algo que no es verdad, y por otra parte es algo que tiene
una verdad profunda, no tiene sentido. ¿Cómo puedo reconciliar eso? Unos dicen
que las verdades de los mitos son universales, que esconden verdades que aplican
para toda la humanidad, mientras que otros dicen que son verdades solamente de
una cultura misma, que para conocer cualquier cultura hay que estudiar sus
mitos porque los mitos revelan lo que significa ser un miembro de una cultura
especifica. ¿Universales o culturales? ¡Es incongruente! Bueno, hasta ahí
llegue con Mamá y me mandó contigo.”
»
“Jejejeje.
Bueno…”, empezó Shodai, satisfecho de que ahora sí tenía la atención de su
pequeño, “pudiéramos empezar por el significado original de la palabra ‘mito’. “Cuando
buscamos definiciones de mito pues podemos comenzar por los orígenes de la
palabra en el antiguo griego.”
»
“OK…
síguele…”, agregó Jacob.
»
“Pues
primero y principal es un tipo de cuento, de narración, o sea, es una historia...”
»
“¿Pero
qué tipo de historia?”, insistió Jacob en saber.
»
“¡Ah!
No seas impaciente”, reclamó Shodai.
»
“¿Por
qué no? A veces le dices a Mamá que es impaciente. ¿Qué tiene de malo serlo si
Mamá es así?”, preguntó Jacob, siempre con sus picardías.
»
“Aja.
Ya veo la irracionalidad de tu supuesta racionalidad. Hagamos un trato: cuando
seas madre, podrás ser impaciente, hasta entonces toca lo que toca.”
»
“Eso
no es justo.”
»
“¿Por?”
»
“¡Hello!
¡Soy varón, nunca voy a ser madre!”, exclamó Jacob, en su usual plan juguetón.
»
“Exacto. Ni vas a tener que cargar un bebé
nueve meses para serlo tampoco. Mitos. El tema es la definición de mitos, no el
karma del cosmos. Para comenzar un
mito es una historia creada, no verídica, en la que el protagonista o los
protagonistas son seres digamos sobre-normales...”
»
“¿Sobrenaturales?”
»
“Hmm….
No, hijo, no. Sobrenaturales no tienen que ser, pero sobre-normales, extraordinarios,
definitivamente. Acuérdate por ejemplo de que Teseo no era semidiós como su
primo Heracles sino humano, extraordinario, sobre-humano, pero humano aun así”,
resumió Shodai.
»
“¡Porque
sean sobre-normales son necesariamente sobrenaturales, pero si son
sobrenaturales definitivamente son sobre-normales! Capto. Sigue.”
»
“Si
no me interrumpes terminaremos antes de que te cases”, replicó el padre.
»
“Lo
siento. Es que me impaciento cuando me entusiasmo”, contestó el hijo.
»
“¿Ves?
Ya lo decía: como tu madre”, respondió el padre.
»
“Ella
dice que lo hiperactivo lo heredé de ti”, rebatió el hijo.
»
“Seguro
que sí pero lo impaciente definitivamente no. Continúo entonces. Un mito es una
narración – oral o escrita, aunque casi siempre fue oral antes de escrita – que
nos narra las hazañas de individuos sobre-normales, con poderes o facultades por
encima de lo que se espera que son las capacidades de los seres humanos”, concluyó
Shodai.
»
“¿O
sea que los mitos tratan de humanos extraordinarios?”, trató de resumir Jacob.
»
“No
exactamente”, dijo Shodai suprimiendo una carcajada mientras anticipaba la
reacción de frustración de su hijo.
»
“¡Aish!
¡Vale! ¡Me controlo! ¡No me digas nada! ¿Ejemplo?”, dijo el muchacho apenas con
humor.
»
“Pegaso.”
»
“¿El
caballo alado?”
»
“El
mismo”, respondió Shodai. “Es un mito, y se trata de un ser sobre-normal, pero
como es un caballo y no un ser humano, queda mejor decir que es sobre-normal.”
»
“Pero
en este caso es sobrenatural también”, aclaró Jacob.
»
“Así
es.”
»
“Estoy
un poco confundido”, dijo el hijo.
»
“Eso
es lo que pasa cuando interrumpes una explicación y no esperas hasta el final”,
anotó el padre.
»
“¡Ah!
¡Claro! Bueno, sigue Padre. Me callo.”
»
“Como
llevo tratando de decirte, los mitos tratan de seres que como mínimo son
sobre-normales – aunque a veces son sobrenaturales – y que con frecuencia se
encuentran con seres sobrenaturales con los cuales se enfrentan.”
»
“Y
a los que superan”, buscó concluir Jacob.
»
“Hmmm…
No siempre.”
»
“¿Ejemplo?”,
disparó Jacob, respondiendo tan rápido como le llegada la respuesta misma.
»
“El
mito de Sísifo. ¿Lo conoces?”
»
“¡No,
nunca!”
»
“Pues
en una versión…”
»
“¿Los
mitos tienen más de una versión?”, preguntó Jacob con cara de fastidio.
»
“¡Jajajaja
¡Tantas versiones como narradores que los cuentan!”
»
“¡No
lo sabía!”
»
“Sí
mijo. Es parte de la magia del mito. Se adapta al oyente para que, como arte
que es, nos muestre una verdad escondida detrás de la realidad que la oculta.”
»
“¡Guau!
Eso sí que está suave! Deja que lo anote”, y comenzó a batir furiosamente el
teclado.
»
“¿El
qué anotas?”
»
“Todo
eso que dijiste de ‘Es parte de la magia
del mito; se adapta al oyente para
que, como arte que es, nos muestre una verdad escondida detrás de la realidad
que la oculta.’ ¡No entiendo ni papas pero suena genial! Jajajaja! No es
cierto, sí que lo capto, casi todo al menos. ¡Sigue padre!”
»
“Sí,
la verdad es que sí está bien chulo eso. Jejejeje. Sigo. Sísifo, que fue un rey
humano reconocido por ser el hombre más engañoso…
»
“¿Astuto?”,
interrumpió Jacob.
»
“Pues
sí, pero aplicaba su astucia digamos, a veces de forma malévola, y al menos sí,
siempre fastidiosa, pícara. Pues se le conoce por ser el hombre más engañoso en
existencia. Pues en una versión del mito logra engañar a Tanatos, el dios de la
muerte, lo encierra de forma que nada ni nadie podía morir. Ares, el dios de la
guerra estaba furioso porque nadie se moría en las batallas de las guerras que
provocaba para tal eventualidad, y los dioses en general se molestaron mucho porque
no se les podían hacer sacrificios puesto que los animales no morían. Así que
cuando se enteraron los dioses de lo sucedido y liberaron a Tanatos, Zeus condenó
a Sísifo a que rodara una peña hasta lo alto de una cima, pero de forma que
junto llegando a la cima la piedra rodara de nueva hasta el pie de la montaña.
Día tras día durante una eternidad. Así que Sísifo sí se enfrentó con lo sobrenatural
pero al final no ganó”, explicó el Sennin.
»
“¡Guau!
¡Eso está genial! ¡Ahora ya sé de donde sacas tus castigos! Bueno, ¡pero Sísifo
sí ganó y le condenaron precisamente porque ganó contra Tanatos al engañarlo y
encerrarlo!”, insistió Jacob.
»
“¿Ves?
Ese también es el poder de los mitos. Se prestan a múltiples interpretaciones
dependiendo en qué aspecto quieres enfocarte. Si para ti ganar es encerrar a
Tanatos, está bien, pero es como decir que me capturas la reina en una partida
de ajedrez para luego acabar en jaque mate tres jugadas después: para mí el
jaque mate es ganar.”
»
“¿Depende
de la perspectiva?”
»
“Depende
de tu definición de lo que consiste ‘ganar’.”
»
“Entiendo.
Entonces… la definición es que se trata de seres sobre-normales que se
enfrentan casi siempre son seres sobrenaturales”, resumió Jacob, tratando de
acorralar a su padre en algo concreto que pudiera poner en un PowerPoint.
»
“Y
puesto que los seres sobrenaturales no existen entonces no tienen facticidad”, agregó
Shodai.
»
“¿Facticidad?”
»
“No
tiene facticidad, o sea, que no sea trata de hechos verídicos; facticidad viene
del latín ‘factum’ o ‘hecho’.”
»
“¿Como
en el inglés ‘fact’?”.
»
“No
‘como’, sino exactamente ‘igual’. Precisamente del latín ‘factum’ viene el
inglés ‘fact’.
»
“Entonces…
Así que un mito tiene que ser un cuento de algún tipo, una historia pero no
historia en el sentido de algo que verdaderamente ocurrió, ¿verdad?”
»
“Exacto.”
»
“¿Y
puede ser cualquier tipo de historia?”
»
“No,
verás un mito, propiamente dicho, casi siempre tiene que ser una historia que surge
de la creatividad cultural de un pueblo,
o por lo menos tiene que captar la curiosidad cultural de un pueblo o de muchos,
y por lo general tiene que haberse transmitido oralmente durante algunas
generaciones hasta el punto de ser representativo de un pueblo mismo, de sus
creencias, de sus valores, de sus principios. De ahí que los mitos son fundamentales
en las religiones”, explicó el Sennin a su hijo.
»
“¿Entonces
todos los mitos son religiosos?”, preguntó el hijo del Sennin a su padre.
»
“Ah…
No, pero fíjate, todas las narraciones religiosas, o casi todas, son mitos. Como
la del mito de Sodoma y Gomorra o por ejemplo el mito de Lot, que forma parte
de la anterior, o el mito de Adán y Eva en el jardín del Edén, etc.”
»
“¡Guau!
¡Otra vez eso del necesario pero no indispensable!”
»
“Algo
así; más o menos.”
»
“Pero
dijiste que ‘casi siempre’ tiene que ser una historia que surja de un pueblo.
¿Acaso no lo creó una persona? ¿Significa eso que no se pueden inventar mitos a
propósito?”, preguntó Jacob, buscando aclaración.
»
“Me
acabas de lanzar dos pelotas a la vez pero sólo tengo un bate. Primero lo de si
quién creó los mitos. Lo más probable que en cada caso de un mito, alguien,
alguna persona individual comenzó a contar la historia, pero luego conforme se
difunde y se extiende por la cultura muchas personas la van recreando hasta el
punto en que, con tantas versiones, representa una cultura, o una religión
misma, y no un individuo determinado.”
»
“¿Y
Star Wars? Tú nos dijiste que Star Wars y Marvel Comics y DC comics eran ya
mitología moderna, y que los superhéroes eran como dioses del Olimpo, o algo
así.”
»
“Así
es. ¡Y esa es la segunda pelota que me lanzaste! Por eso dije ‘propiamente
dicho’ y ‘casi siempre’. Depende de la definición de mito – no todos los
eruditos de la mitología concuerdan en la definición. En cuanto a Star Wars,
pues los Jedi ya son una religión oficialmente aceptada creo que en Gran Bretaña,
Australia y tal vez Canadá, pero no estoy seguro si ahí también. Y no creo de ningún
académico que vaya a negar que las narraciones de personajes y eventos
celebrados por una religión no constituyan mitología. Por lo tanto podemos
concluir que al menos en el caso de Star Wars tenemos mitología creada por
alguien, George Lucas, que podemos identificar como el creador. Esto de lograr
una definición de lo que constituye un mito es muy escurridizo. ”
»
“¡Dime
algo que no sepa! ¡Después de leer tantas definiciones acabé sabiendo menos de
los mitos que antes!”, exclamó Jacob, medio en broma pero algo en serio, y lo
que le quedaba de confundido. “Oye padre, Nina Lulis manda mensaje para que nos
vayamos a cenar.”
»
“Está
bien, continuamos después de cenar.”
»
“¡Sí!
¡Pero ya no quiero más teoría! ¿OK? ¡Quiero que me cuentes sobre el
sabio-guerrero de Teseo!”
»
“¡Hecho!”